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Capítulo escrito por Flopii Cullen.
Capítulo 9:
Enfrentamientos…
POV.Bella
Estaba haciendo mi primera tarea en mi nueva escuela
sobre mi cama.
Danco me acompañaba acurrucado a un lado y mirándome
con curiosidad cuando resoplaba ante mis intentos frustrados de terminar con
las matemáticas.
— ¿Sabes lo que estaría genial? —le pregunté a mi
perro mientras cerraba el libro de ejercicios— Que dejaran de existir las matemáticas.
Él me miró ladeando la cabeza hacia un lado,
probablemente sin entenderme a pesar de que era un perro muy inteligente.
Le sonreí mientras acariciaba su cabeza y él movía su
rabito, en eso, el teléfono celular sonó por algún lugar de mi habitación.
Gemí, el tono de la llamada era el de Alice y la
verdad es que quería comenzar mi fin de semana en paz.
Si, estaba hecha una vaga, apenas si había pasado una
semana de clases y ya estaba cansada. ¿Cansada o medio drogada con los besos de
Edward? Era difícil saberlo.
Me levanté de la cama y metí la mano por entre los
cojines de mi sofá, por donde sonaba esa maldita cosa que me tenía la cabeza
hecha una bomba.
— ¿Y ahora que pasa Alice? —le saludé sin una pizca de
humor—.
— ¡Bella! ¡A que no sabes! Nos acaban de invitar a la
fiesta que te estaba comentando el otro día, esta vez los de la escuela tuvieron
cerebro y dejaron que las chicas lo organicen todo y… - bla bla bla… dejé de escucharla
por un momento mientras me sentaba en la cama—.
Ya le había perdido el hilo por completo y por lo que entendí
abría algún tipo de fiesta a la cual, “misteriosamente” yo había sido invitada.
— Bella, hola, ¿Me escuchaste? —me preguntó Al desde
la otra línea—.
— La verdad, no Alice, lo siento ¿De qué fiesta
hablas? —le pregunté.
— ¡De la fiesta de principio de curso! ¿Es que acaso
no me prestaste atención el otro día? —“No” quiso responder mi mente, pero me parecía
muy maleducado.
Había estado toda la semana con mi novio entre ceja y
ceja, no iba a permitir que nadie me lo robase. Si, infantil, ¿Pero que más podía
esperar si era mi primera relación en toda mi vida? Los celos extremos formaban
parte de la primera etapa.
— Será genial, ya lo verás. No me lo podía creer
cuando las chicas me llamaron, estaba con Jasper haciendo ejercicio en el parque
y no pude evitar explotar. ¡Ya era hora de una fiesta! —continuó Alice mientras
yo me levantaba para atender ya que había sonado el timbre—. Oh ya quiero que
los veas…
— ¿Ver qué? —le pregunté.
— ¡Los disfraces! ¿No te mencione que era una fiesta de
disfraces? ¡Y hay que apurarse que no nos queda mucho tiempo para las diez de
la noche! —Comentó alterada, le sentía la respiración agitada, seguramente por
la carrera.
Rodé los ojos ante lo que había dicho. Disfraces… si,
como no. Que se atraviese a ponerme uno.
— Espérame un momento Al —le dije mientras ponía el teléfono
contra mi pecho y abría la puerta.
Me podía haber esperado cualquier cosa, cualquier cosa
menos eso.
Alice estaba en mi puerta toda sudada, con ropa deportiva,
un sin fin de bolsas en los brazos y la correa de Laika enroscada en su muñeca
con esta a sus pies, con la lengua afuera.
— Me imagino que me prestaras tu linda ducha —comentó
con el celular en la mano.
— Estás loca —le respondí mientras ella misma me hacia
a un lado y entraba a toda prisa.
— ¡Rápido la fiesta es hoy! ¿Dónde está Rosalie?
—Preguntó mientras tiraba las bolsas en el piso y le desatada la correa a su perrita,
me incliné a acariciarla. Pobrecita, parecía que venia persiguiéndole el paso a
su dueña desde hacia mucho.
— Alice —suspiré—. Es viernes, no quiero ir a ningún
lado en mi primera semana de clases y Rose está durmiendo —le contesté mientras
les ofrecía agua a ambas corredoras.
— ¿Dónde está tu lindura de mascota? —preguntó ignorándome
por completo, como siempre.
— ¡Danco, cariño! —Le grité en dirección a las
escaleras.
Lo sentí ladrar y bajar las escaleras rápidamente.
Entró en la cocina corriendo y se hecho para atrás y dejó de mover su rabito en
cuanto vio a la mascota de Al frente a él.
No sabía como expresar su reacción. Jamás había visto
a Danco quedarse tan helado y asustado como ahora.
Sabía que no iba a morder a la pobrecita. La perrita
de Alice era todo un personaje con sus lazos rosados en sus orejas y el pelaje
de bebé, más el olorcito a jabón caro.
Laika se le acercó moviendo su colita y le lamió la
cara, luego se puso en posición de juego; con el pecho pegado al piso y la
cadera hacia arriba.
— ¡Mira si se hicieron amigos! —comentó Alice— Son re
monos —se levantó de un salto del banquito donde se había sentado y me tomó del
brazo.
— ¡Apurémonos! Y ustedes —dijo señalando a mi perro y
al de ella—. No se metan en líos que no quiero ser abuela antes de tiempo.
Me reí ante su comentario.
Dejamos a los perros solos en la cocina, con Danco un
poco todavía asustado y subimos las escaleras hacia mi habitación, claro
conmigo cargando todas las bolsas ya que Alice estaba “cansada” por la carrera
que tuvo que hacer para llegar a mi casa.
— ¿Alice qué disfraces compraste? —pregunté un poco
asustada cuando vi la cantidad de bolsas que acumulaba sobre mi cama.
¿De qué me obligaría a disfrazarme?
— Tú tranquila, solo espérame y ve a despertar a
Rosalie —me dijo mientras sacaba ropa limpia de su mochila y entraba en mi baño
a toda prisa.
Genial, ya veía que no tenía ninguna oportunidad
contra ella. Solo esperaba no tener que ponerme ningún traje de animal o algo así.
Cuando salí al pasillo escuché los ladridos de Danco y
Laika que jugaban en el piso de abajo, parecía que a mi bebé se le había ido la
vergüenza de pronto. Me metí en la habitación de Rosalie, siempre tan ordenada y
con el perfume a margaritas inundando el aire.
Me senté a un lado de su cama, de donde dormía. Hasta
inconsciente era la hermana más hermosa del mundo, ni un pelo caía desordenado
de su cabellera de oro.
— Rose… —le susurré despacio mientras le movía el
hombro. Ella gimió y rodó hacia un lado.
Suspiré, me mataría cuando se enterara de la razón por
la cual la despertaba de su siesta de belleza. Un bultito sobre la colcha me
llamo la atención, me acerqué y acaricié el pelo de Sheila que dormía plácidamente
al igual que su dueña.
— ¿Qué debo hacer para despertarla? —le pregunté a la
gatita cuando abrió los ojitos con sueño. Ella maulló en respuesta.
Sonreí y me dediqué a acariciar el cabello de mi
hermana hasta que por fin ésta se removió incómoda y rodó boca arriba.
— Rosalie, levántate —le urgí mientras volvía a
moverla un poquito más.
Ella gruñó molesta.
— ¿Qué…? —inquirió, todavía con ojos entrecerrados.
Le di un beso en la mejilla antes de explicarle todo lo
que había pasado con Alice, la fiesta, los disfraces y lo demás y luego, una
vez que me prometió que se levantaría y se ducharía, le abrí las cortinas y me
fui.
Cuando entré en mi habitación nuevamente, Alice ya
estaba afuera, con su gracioso pelo mojado y revolviendo la bolsa de “Cosméticos”.
— Me seco el cabello y comenzamos, ¿despertaste a la
dormilona? —preguntó.
— Si, Alice, dijo que ya verás cuando venga. Yo que tú,
me pongo a rezar —le tomé el pelo—.
Ella se rió y le ayude con su cabello negro como la
noche.
Cuando Rosalie vino, ya estaba bañada y con mejor
humor para recibir a Alice de la mejor forma.
— ¿Vemos los disfraces? —le preguntó Rose—.
— ¡Claro que si! ¡Les van a encantar! —contestó Alice emocionadísima.
Suspiré, cansada, esta noche seria realmente larga.
La fiesta seria en realidad, una reunión en un Pub de
por allí, irían casi todos los estudiantes de nuestro nivel y otros de los
cursos más superiores.
Yo no bailaba, se lo había repetido infinidad de veces
mientras jugaban a Barbie Bella con mi cabello y todo lo demás. Claro que, como
siempre, les dio igual mi opinión, decían que si seguía a este paso me quedaría
sin vida social.
Puff, que estupidez.
Les agradecí el suave maquillaje, claro que luego me
espantaron con los disfraces.
Alice se disfrazaría de hada, un hada muy sexi si me
dejaban opinar. Tenía un corto vestido violeta y negro, unas alitas del mismo
tono y unas antenitas diminutas.
Se había puesto en sus piernas unas medias largas
rayadas y unos ligeros, claro que con unos tacones de infierno. Estaba hecha
una verdadera belleza.
Rosalie se disfrazó de porrista, Al le había traído un
precioso traje de U.S.A. en blanco y rojo. Llevaría unas porras de color rojo,
el cabello dorado suelto y unos tacones blancos con lentejuelas. Estaba
magnifica, la verdad, no sabia por que no se había inscripto todavía en el casting
para el certamen de animadoras.
Y yo… bueno, no sabia que decir de mi disfraz.
Después de mil y una vueltas Alice y Rosalie
prácticamente me obligaron a ponerme el tonto traje de angelito. ¡Ridículo!
Ellas se veían geniales y yo, debía disfrazarme de angelito.
Tenía puesta mi cara de mártir hasta que la pequeñita
saco el disfraz de la bolsa. ¡Por dios! ¡Si eso era cortísimo!
Se me subieron todos los colores a la cara.
Mi disfraz consistía en un vestido blanco, de mangas
largas, holgado y corto, con mis hombros desnudos. A decir verdad me quedaba
genial y no podía esperar a que Edward me viese, ¿De que se disfrazaría él? ¿Y
los demás?
Todo esto combinaba con unas alitas blancas parecidas
a las de Alice y una tira que mantenía a flote mi “aura” también de color
blanco. Por suerte tuvieron piedad y habían traído unos tacones no tan altos,
de color dorado que se agarraban a mi pierna hasta mi rodilla. El proceso final
fue magnifico, un poco de sombra azul, los labios brillantes y mi cabello
cayendo en suaves ondas por mi espalda.
Nos habíamos tardado un poco, y para no llegar tarde a
la fiesta decidimos que Laika podía pasar la noche en nuestra casa, los
pobrecitos ya se habían dormido cuando bajamos. Me pregunté si se habrían
divertido toda la tarde mientras yo me aguantaba arriba el olor a perfume y los
jalones de cabello.
Hum, era parte de ser una chica.
Mi hermana manejó a toda velocidad con su coche hacia
el centro después de despedirnos de mamá y prometerle que regresaríamos
temprano.
Sentía que los nervios me corroían la piel, y no
estaba cien por ciento segura de por que estaba así. No era algo de otro mundo,
algo nuevo sí, pero nada por lo que preocuparse ¿No?
En pocos minutos llegamos al Pub donde seria la fiesta
privada que tanto “esfuerzo” habían puesto los alumnos, desde afuera ya se oía
la música pegadiza y había, por suerte, una corta fila de no mas de diez compañeros
de clases, todos disfrazados.
Sonreí en cuanto me bajé del coche, reconocía que
estaba emocionada, y sentía mi corazón latir mas rápido al saber que Edward
estaba cerca. Mis labios quemaban de necesidad de besarlo.
Entramos rápidamente, el mar de estudiantes se divertía
bailando o bebiendo copas exóticas, enfundados en sus disfraces.
Había bastante variedad, no esperaba que mis compañeros
fuesen tan imaginativos, en especial teniendo en cuenta que solo tuvieron una
semana para planearlo; algunos disfrazados de hombre lobo, de súper héroes como
Batman o el Hombre Araña, de animales, de princesas en algunos casos, y hasta
de Hamburguesa gigante.
No fui la única que al entrar levante la vista en un
intento por ver por encima de las cabezas de los demás, buscando a nuestros
amores.
Ninguna de las tres se puso a bailar o a beber,
recorrimos el primer tramo de la estancia con la mirada fija y preocupante.
— ¡Oh Jasper! —grito Alice de pronto y me di vuelta—.
Alice miraba emocionada como un niño en navidad como
su novio hablaba con un hombre en la consola del Dj a lo lejos. Me reí en
cuanto vi de qué se había disfrazado Jasper.
— ¿Enserio Alice? ¿De pirata? —susurré entre risas, a
mi lado, mi hermana también reía.
— Chicas —dijo sonriendo mientras me tomaba una mano a
mí y la otra a Rosalie—. Sigan buscando voy a ir con mi pirata —dijo emocionada
y salió corriendo, subiendo las escaleras hacia la segunda planta a toda prisa.
— Vamos Bella —me apuró mi hermana, jalando de mi
brazo cubierto por la seda del disfraz—.
Nos abrimos paso por la multitud un par de metros más,
ya me estaba impacientando y lamentando al mismo tiempo de no haber traído
nuestros celulares. ¡Quería ver a Edward!
Ya no tenía una buena espina, si Jasper estaba solo,
los otros dos también podrían estar separados, eso no me gustaba nada.
“¡Basta Bella!” me repliqué mentalmente “…no seas
novia celosa.”
No sé qué fue, pero en un momento de nuestra búsqueda,
cuando Rosalie parecía explotar de impaciencia, giramos hacia la derecha y por
fin, por fin, los encontramos.
No cabía en mi cara la tremenda sonrisa al ver a mi
amor, Edward, disfrazado de lo que parecía ser de vampiro. Un vampiro muy
impresionante.
Llevaba puestos unos pantalones de jeans simples,
oscuros, con una camisa blanca, y una chaqueta de cuero negra de mangas largas
y que le llegaba a por las rodillas; desabrochada al igual que los primeros
botones de su camisa.
Estaba pálido y ojeroso, aunque parecía el efecto de algún
maquillaje, y en su cuello, tenia colgado un collar con una calavera de metal
del tamaño de la palma de mi mano.
Esperaba no estar babeando el piso, se veía realmente
guapo, irresistible.
Por otro lado estaba Emmet, resaltaba sus imponentes músculos
disfrazado de jugador de Rugby. Ahora podía entender un poco mejor las
elecciones de nuestros disfraces.
Sentía a Rosalie resoplar con fuerza a mi lado, la
miré, estaba realmente enojada, no lo entendía ¿Por qué?
Volví a mirar a nuestros hombres a lo lejos y me di
cuenta de un detalle que no había notado antes.
Algo que me hizo revolucionar las hormonas a mil y
que, sinceramente, no había esperado ni en un millón de años.
¿Por qué ahora? ¿Por qué esta noche?
Tanya, con un disfraz de gatita y Victoria, disfrazada
de diabla, sonreían y tonteaban con nuestros novios. Acariciándoles los brazos
o frenándoles el paso cuando ellos querían apartarse.
Adiós fiesta, con esas pedazos de perras no tendríamos
ni un segundo de paz en toda la noche. Genial, ya me quería ir, con Edward por
supuesto, no lo dejaría a merced de esas cualquieras.
Tanya tenía un disfraz de gatita salido de una portada
de revista Playboy, un vestidito diminuto de color negro con lazos rosas, unos guantes
hasta los codos, unas medias largas con tacones altos y dos orejitas falsas
sobre su cabeza. Si salía a la calle la tomarían por prostituta.
Y Victoria… madre mía, ¡se le veía todo! Daba
vergüenza desde lejos, tenía un vestido igual de desinhibido que el de Tanya,
solo que el negro y rojo, unas medias de red rojas con ligueros y unas botas de
tacón de color negro que le llegaban hasta por encima de las rodillas. Ah, no había
que olvidar sus ridículos cuernitos sobre su cabeza, los guantes rojos y el
pequeño tridente que tenia en su mano. Aunque sospechaba que sus manos no se quedarían
toda la noche sosteniendo su juguetito.
Mi hermana me tomó del brazo y me arrastró a donde
estaban los chicos con aquellas perras. No necesitó insistirme mucho, sentía
las lágrimas por el borde de mis ojos, pero no eran de tristeza, sino de odio
puro.
En cuanto nos acercamos la diabla y la gata fueron las
primeras en vernos y poner una mueca de asco. Si nosotras le dábamos asco que
pensaban de ellas mismas…
Miré a Edward, al parecer mi expresión era lo suficientemente
enojada como para que él hiciera una mueca de disculpa y Rosalie, puf, estaba
diez mil veces peor que yo y Emmet parecía temerle. Hacia bien…
Mi hermana fue la primera en romper el silencio…a los
gritos.
— ¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó manteniéndose
firme y mirando despectivamente al par de putas.
Tanya se le adelantó y quedaron frente a frente,
suspiré agradecida que soltara a mi Edward.
— Vaya pero miren quien apareció… —comentó sarcásticamente
cruzándose de brazos— ¿No te cansas de arruinar las fiestas? —
— ¿Y tú no te cansas de reclamar cosas que no te
pertenecen? —contestó mi hermana.
La cara de Tanya cambió completamente y, por un
momento, me asusté que considerara saltarle encima.
— Solo nos divertíamos… —comentó Victoria, agarrándose
al brazo de Emmet.
Éste se apartó rápidamente, con la mirada dirigida a
Rosalie.
— ¡NO LO TOQUES! —le gritó mi hermana a la diablita.
— ¡NO LE GRITES A MI AMIGA! —le contestó Tanya,
empujando a Rose por el hombro.
Oh Dios…
Lo que siguió ya me lo esperaba. Rosalie dejó su
carácter salir a flote y con un rápido movimiento, que de seguro solo yo me
esperaba, agarró de los pelos a la gata de Tanya, vaya, había que decirlo, el
disfraz le quedaba pintado…
Tanya gritó ante las sacudidas que le daba mi hermana
y se tambaleó sobre sus tacones.
— ¡Eres una ZORRA no una gata! —le gritó Rosalie.
Emmet se le adelantó para intervenir la pelea pero un
chico del ultimo curso, del cual Tanya se mantuvo bastante ocupada en el
asiento trasero de su coche la ultima semana, golpeó a Emmet por detrás, justo en
la mandíbula.
Dejé escapar un gritito, le habían golpeado fuerte,
pero debía de estar bien ya que no dejaba de golpear al desafortunado muchacho
que había perdido toda oportunidad de defenderse.
La gente comenzó a empujar entre sí, no sabía si para
rodearnos en un círculo o para intentar separar al menos a las chicas, Rosalie
estaba hecha una furia. Mi hermana, a pesar de tener su carácter, difícilmente
se sacaba tanto de quicio como para agarrarse a los pelos.
Retrocedí en un intento por ver a Edward, me estaba
poniendo incomoda, sentía las alitas de mi disfraz ser tironeadas cada tanto,
eso significaba que la presión entre la multitud iba en aumento.
— ¿Vas a algún lado angelito? —me susurró alguien
detrás mío.
Me di la vuelta y me encontré nada más y nada menos
que con Victoria.
De cerca daba aún más asco con ese ridículo disfraz,
se suponía que era una fiesta no un club de Stripers.
— Apártate Victoria —le dije seriamente, no quería
lidiar con ella ahora, además, ¿no debería estar ayudando a su amiga? Pensé en
mi hermana, dos contra una no se valía.
Ella se acercó a mí con el seño fruncido. ¿Me golpearía
acaso? ¡Yo no sabia pelear!
La diabla me agarró de los codos y me tiró hacia atrás
con fuerza con la intención de tirarme al suelo. Lo hizo, aunque no contaba con
que yo me agarrase de la ajustada tira de su hombro que formaba parte del
vestido. Ella gritó, perdió el equilibrio sobre sus botas y cayó encima de mí.
Claro que yo también grité y me asqueé de sus pelos
rojizos como el fuego metiéndose en mi boca.
— ¡¿Cómo te atreves?! —me gritó.
— ¡Eres una perra! —le respondí sin quitarme un pelo.
Ya me estaba hartando.
Ella se levantó rápidamente y se bajó la falda que se
le había subido hasta la cintura. Yo me puse roja de la vergüenza, pero a ella
ni siquiera le importó. Iba a levantarme cuando Victoria me volvió a tumbar en
el suelo dándome una patada con su bota. Sentí un horrible dolor en mi estomago
cuando me clavó su tacón.
— ¡BASTA! —le grité.
Desde mi incomoda posición en el suelo pude ver a
Edward unos metros mas allá de donde yo me encontraba. Estaba contra el suelo
siendo agarrado por un chico mientras se repartían los golpes. Pude ver un hilo
de sangre corriéndole por el labio…
Me arrastré lejos de Victoria quien tenía una expresión
de fastidio mientras se sostenía el bretel del vestido de su hombro que yo le había
arrancado. Si lo soltaba se le vería el pecho izquierdo.
Qué lastima, le había roto el disfraz, ya no podría
usarlo para trabajar, ¡ja!
Me levanté de un salto y fui a por Rosalie, primero lo
primero. La pelea ya se estaba poniendo un poco agresiva y mi hermana ya había
perdido ambos pompones.
— ¡Rosalie suficiente! —le grité mientras intentaba
despegarla de Tanya, quien ya se encontraba en el piso toda despeinada y con el
maquillaje corrido.
Ella la soltó y yo la abracé para tranquilizarla, su
respiración estaba agitada y sus mejillas calientes, ¡si que tenía un mal
genio!
Sabía perfectamente que yo era una de las pocas
personas que podía soportarla cuando estaba con esos humos. Yo y mi hermana nos
amábamos demasiado y nos entendíamos y apoyábamos en todas las circunstancias.
Apenas pasaron unos segundos cuando Rosalie se despego
de mí con extrema rudeza. No, no se había apartado por cuenta propia si no que
la puta de Tanya se había levantado y ahora era ella quien la jalaba del
cabello.
Fui de nuevo en su ayuda…
— Rosa… —no termine de decirlo cuando fue a mi a quien
agarraron de los pelos, mi tira con mi aura se cayó al piso y fue pisada y
destrozada por las botas de Victoria.
— ¿Te escapas de nuevo angelito? —me susurro mientras
me arrastraba hacia atrás.
Odié el dolor que sentí cuando me jalo con fuerza.
¡Por Dios! ¡Ya parecíamos animales! Bueno ella si lo era…
— ¡Victoria suéltala! —grito alguien mientras le desenredaba
las manos de mi pelo. Resultó que ese alguien era mi Edward…
Cuando me di la vuelta por fin me encontré en los
brazos de mi novio. Su respiración agitada se parecía a la mía y nos abrazamos
con fuerza, el mundo a nuestro alrededor dejo de tener sentido cuando nos
miramos a los ojos. Lo había extrañado tanto…
Lo agarré del cuello y estampé con fuerza sus labios
contra los míos, necesitaba sentirlo lo más cerca posible, nos besamos
lentamente, él acariciando con su mano mi cuero cabelludo dolorido por el jalón
de Victoria.
Él me tocó los labios con su lengua caliente y me derretí
contra su chaqueta de cuero, luego bajo sus brazos por mi espalda hasta mi
cintura, también sentía su calor traspasarme el delicado vestido hasta abrasar
mi piel como si fuese lava ardiente.
Era lo mas erótico que había sentido jamás.
Nos separamos cuado me comenzaron a temblar las
piernas por falta de aire, nos miramos a los ojos, yo sonrojada como siempre y
él con sus ojos negros de deseo.
Un chillido a mis espaldas me hizo volver a la tierra
por así decirlo.
— ¡Rosalie! —exclamé dándome cuenta que la había
dejado abandonada. Me abrí paso por la gente que las había rodeado, ninguna dignándose
a separarlas, tendría que hacerlo yo y dejar los besos con Edward para el resto
de la noche.
Si seguía pensando en él terminaría por desmayarme.
Cuando llegué a donde estaba mi hermana me sorprendió
ver que ella estaba perfectamente, aunque Tanya no se veía muy bien, y menos
con la personita con la cual se había encontrado.
Alice se veía realmente furiosa frente a Tanya y con
un vaso vacío en su mano. Al parecer ella le había tirado toda la bebida en la
cara de la gata esa y por lo cual a los felinos no les gusta el agua, en este
caso, un martini seco.
Tanya se estaba restregando los ojos con insistencia
lo cual no le favorecía en lo absoluto y menos con semejante cantidad de
delineador que se había puesto, uhg eso debía de arder como mierda…
Rosalie y Alice chocaron los cinco con satisfacción.
Mi hermana por suerte no estaba muy despeinada si no… pobre gatita.
— Andando —me apuró Edward tomándome del codo.
Emmet ayudó a Rosalie a salir de allí también, él no
se veía tan mal, solo una rotura en su camiseta. Miré el labio de Edward y
agradecí que estuviese bien.
Ignoré a todos los demás invitados, no es que nos miraran
fijamente, algunos estaban ocupados riéndose de Tanya y de Victoria y otros
seguían bailando como si nada, pero después de todo no podía evitar que me
diese vergüenza ante semejante espectáculo.
— ¿Estás bien, te lastimó? —me preguntó Edward una vez
que salimos. Me miraba con el ceño fruncido y me tocaba la cara por si tenía algún
moretón o algo así.
— No, yo estoy bien. ¿Qué tal tú? —le pregunté acariciándole
suavemente el labio inferior que se le comenzó a hinchar.
— Ahora que se que tú no saliste malherida me siento
un poco más tranquilo —respondió sonriendo con mi sonrisa favorita y uniendo
nuestras frentes — Estás bellísima —me susurró—. El mejor disfraz de la noche.
Me sonrojé.
— Y tú estás muy guapo, chico vampiro —le dije.
Nos abrazamos una vez más, con un poco de dificultad
por culpa de mis alitas y fuimos directo a su coche, con los demás siguiéndonos.
Me alegró que Emmet y Rosalie estuviesen bien y bromeando entre ellos, después
de todo la noche no estaba completamente arruinada.
Edward me dio su chaqueta cuando entramos en su coche
para que no tuviese frío, y Alice y el pirata Jasper nos acompañaron.
— Edward no vamos a echar a perder la noche. Sigue a
Emmet —le indicó Alice apenas encendió el motor.
Miré a Alice con curiosidad. ¿Qué payasada quería
hacer ahora? ¿No era suficiente que nos hubiésemos agarrado de los pelos (y a
los golpes) hacia menos de cinco minutos?
Pues a ella no parecía importarle mucho que digamos.
Pero… si Edward iba, entonces yo también.
Disfraz de Alice Disfraz de Bella
Disfraz de Rosalie
Disfraz de Tanya Disfraz de Victoria
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Chic@s otro capítulo más de esta intrigante historia.
¿Qué os ha parecido? ¿Qué creéis que pasará con la malvada de Tanya y de Victoria? Son absolutamente odiosas, ¿no creéis?
Nuestro Edward siempre tan caballero y dulce con su chica.
Flopii ha hecho un trabajo magnífico, escribe genial y enlaza la historia de una manera que te hace querer leer más y más.
FELICIDADES MI QUERIDO FLOPII, SIN DUDA HA SIDO UN CAPÍTULO SENSACIONAL.
Espero que comentéis en especial este capítulo por ella, todas vuestras palabras son un orgullo para cualquier escritora y como ya os he dicho, siempre seréis nuestra fuente de inspiración, no os imagináis lo importante que es un simple "sigue sí" o "me gusta", simplemente eso. No os imagináis tampoco la sonrisa tonta que se forma en mis labios cuando veo un comentario nuevo en alguna entrada.
Es algo simplemente maravilloso.
Muchísimas gracias por todo, Flopii y yo esperamos que os haya gustado el capítulo.
Romiina^.^
Flopi: me encanto este capitulo ha sido genial, lastima q le arruinanaran los vestidos, pero q se creen esas zorra, presiento que van a dar batalla. que nuestros chicos luchen por lo suyo. Te felicito.besos
ResponderEliminarMARAVILLOSO!!; sencillamente en ocasiones no sé como tu cabecita hermosa es capaz de crear tantas ideas y plasmarlas de una manera tan prodigiosa!!!, pero así lo hace y ruego a Dios lo siga haciendo por mucho, mucho, pero mucho tiempo más!.
ResponderEliminarBUENO PRECIOSA, QUÉ DECIR?, que me eh quedado con ganas de seguir leyendo más, está de fábula todo el fic y en verdad que Floppi y tu tenes un talento enorme, espero con ansias saber más de ustedes.
Todo mi cariño para mi TODO <3
Yessi*.*