domingo, 10 de junio de 2012

EL AMOR CONTRA TODO


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Capítulo escrito por Flopii Cullen.
                               
    Capítulo 9: Enfrentamientos…
  
POV.Bella

Estaba haciendo mi primera tarea en mi nueva escuela sobre mi cama.

Danco me acompañaba acurrucado a un lado y mirándome con curiosidad cuando resoplaba ante mis intentos frustrados de terminar con las matemáticas.

— ¿Sabes lo que estaría genial? —le pregunté a mi perro mientras cerraba el libro de ejercicios— Que dejaran de existir las matemáticas.

Él me miró ladeando la cabeza hacia un lado, probablemente sin entenderme a pesar de que era un perro muy inteligente.

Le sonreí mientras acariciaba su cabeza y él movía su rabito, en eso, el teléfono celular sonó por algún lugar de mi habitación.

Gemí, el tono de la llamada era el de Alice y la verdad es que quería comenzar mi fin de semana en paz.

Si, estaba hecha una vaga, apenas si había pasado una semana de clases y ya estaba cansada. ¿Cansada o medio drogada con los besos de Edward? Era difícil saberlo.

Me levanté de la cama y metí la mano por entre los cojines de mi sofá, por donde sonaba esa maldita cosa que me tenía la cabeza hecha una bomba.

— ¿Y ahora que pasa Alice? —le saludé sin una pizca de humor—.

— ¡Bella! ¡A que no sabes! Nos acaban de invitar a la fiesta que te estaba comentando el otro día, esta vez los de la escuela tuvieron cerebro y dejaron que las chicas lo organicen todo y… - bla bla bla… dejé de escucharla por un momento mientras me sentaba en la cama—.

Ya le había perdido el hilo por completo y por lo que entendí abría algún tipo de fiesta a la cual, “misteriosamente” yo había sido invitada.

— Bella, hola, ¿Me escuchaste? —me preguntó Al desde la otra línea—.

— La verdad, no Alice, lo siento ¿De qué fiesta hablas? —le pregunté.

— ¡De la fiesta de principio de curso! ¿Es que acaso no me prestaste atención el otro día? —“No” quiso responder mi mente, pero me parecía muy maleducado.

Había estado toda la semana con mi novio entre ceja y ceja, no iba a permitir que nadie me lo robase. Si, infantil, ¿Pero que más podía esperar si era mi primera relación en toda mi vida? Los celos extremos formaban parte de la primera etapa.

— Será genial, ya lo verás. No me lo podía creer cuando las chicas me llamaron, estaba con Jasper haciendo ejercicio en el parque y no pude evitar explotar. ¡Ya era hora de una fiesta! —continuó Alice mientras yo me levantaba para atender ya que había sonado el timbre—. Oh ya quiero que los veas…

— ¿Ver qué? —le pregunté.

— ¡Los disfraces! ¿No te mencione que era una fiesta de disfraces? ¡Y hay que apurarse que no nos queda mucho tiempo para las diez de la noche! —Comentó alterada, le sentía la respiración agitada, seguramente por la carrera.
Rodé los ojos ante lo que había dicho. Disfraces… si, como no. Que se atraviese a ponerme uno.

— Espérame un momento Al —le dije mientras ponía el teléfono contra mi pecho y abría la puerta.

Me podía haber esperado cualquier cosa, cualquier cosa menos eso.

Alice estaba en mi puerta toda sudada, con ropa deportiva, un sin fin de bolsas en los brazos y la correa de Laika enroscada en su muñeca con esta a sus pies, con la lengua afuera.

— Me imagino que me prestaras tu linda ducha —comentó con el celular en la mano.

— Estás loca —le respondí mientras ella misma me hacia a un lado y entraba a toda prisa.

— ¡Rápido la fiesta es hoy! ¿Dónde está Rosalie? —Preguntó mientras tiraba las bolsas en el piso y le desatada la correa a su perrita, me incliné a acariciarla. Pobrecita, parecía que venia persiguiéndole el paso a su dueña desde hacia mucho.

— Alice —suspiré—. Es viernes, no quiero ir a ningún lado en mi primera semana de clases y Rose está durmiendo —le contesté mientras les ofrecía agua a ambas corredoras.

— ¿Dónde está tu lindura de mascota? —preguntó ignorándome por completo, como siempre.

— ¡Danco, cariño! —Le grité en dirección a las escaleras.

Lo sentí ladrar y bajar las escaleras rápidamente. Entró en la cocina corriendo y se hecho para atrás y dejó de mover su rabito en cuanto vio a la mascota de Al frente a él.

No sabía como expresar su reacción. Jamás había visto a Danco quedarse tan helado y asustado como ahora.
Sabía que no iba a morder a la pobrecita. La perrita de Alice era todo un personaje con sus lazos rosados en sus orejas y el pelaje de bebé, más el olorcito a jabón caro.

Laika se le acercó moviendo su colita y le lamió la cara, luego se puso en posición de juego; con el pecho pegado al piso y la cadera hacia arriba.

— ¡Mira si se hicieron amigos! —comentó Alice— Son re monos —se levantó de un salto del banquito donde se había sentado y me tomó del brazo.

— ¡Apurémonos! Y ustedes —dijo señalando a mi perro y al de ella—. No se metan en líos que no quiero ser abuela antes de tiempo.

Me reí ante su comentario.

Dejamos a los perros solos en la cocina, con Danco un poco todavía asustado y subimos las escaleras hacia mi habitación, claro conmigo cargando todas las bolsas ya que Alice estaba “cansada” por la carrera que tuvo que hacer para llegar a mi casa.

— ¿Alice qué disfraces compraste? —pregunté un poco asustada cuando vi la cantidad de bolsas que acumulaba sobre mi cama.

¿De qué me obligaría a disfrazarme?

— Tú tranquila, solo espérame y ve a despertar a Rosalie —me dijo mientras sacaba ropa limpia de su mochila y entraba en mi baño a toda prisa.

Genial, ya veía que no tenía ninguna oportunidad contra ella. Solo esperaba no tener que ponerme ningún traje de animal o algo así.

Cuando salí al pasillo escuché los ladridos de Danco y Laika que jugaban en el piso de abajo, parecía que a mi bebé se le había ido la vergüenza de pronto. Me metí en la habitación de Rosalie, siempre tan ordenada y con el perfume a margaritas inundando el aire.

Me senté a un lado de su cama, de donde dormía. Hasta inconsciente era la hermana más hermosa del mundo, ni un pelo caía desordenado de su cabellera de oro.

— Rose… —le susurré despacio mientras le movía el hombro. Ella gimió y rodó hacia un lado.
Suspiré, me mataría cuando se enterara de la razón por la cual la despertaba de su siesta de belleza. Un bultito sobre la colcha me llamo la atención, me acerqué y acaricié el pelo de Sheila que dormía plácidamente al igual que su dueña.

— ¿Qué debo hacer para despertarla? —le pregunté a la gatita cuando abrió los ojitos con sueño. Ella maulló en respuesta.

Sonreí y me dediqué a acariciar el cabello de mi hermana hasta que por fin ésta se removió incómoda y rodó boca arriba.

— Rosalie, levántate —le urgí mientras volvía a moverla un poquito más.

Ella gruñó molesta.

— ¿Qué…? —inquirió, todavía con ojos entrecerrados.

Le di un beso en la mejilla antes de explicarle todo lo que había pasado con Alice, la fiesta, los disfraces y lo demás y luego, una vez que me prometió que se levantaría y se ducharía, le abrí las cortinas y me fui.

Cuando entré en mi habitación nuevamente, Alice ya estaba afuera, con su gracioso pelo mojado y revolviendo la bolsa de “Cosméticos”.

— Me seco el cabello y comenzamos, ¿despertaste a la dormilona? —preguntó.

— Si, Alice, dijo que ya verás cuando venga. Yo que tú, me pongo a rezar —le tomé el pelo—.

Ella se rió y le ayude con su cabello negro como la noche.

Cuando Rosalie vino, ya estaba bañada y con mejor humor para recibir a Alice de la mejor forma.

— ¿Vemos los disfraces? —le preguntó Rose—.

— ¡Claro que si! ¡Les van a encantar! —contestó Alice emocionadísima.

Suspiré, cansada, esta noche seria realmente larga.

La fiesta seria en realidad, una reunión en un Pub de por allí, irían casi todos los estudiantes de nuestro nivel y otros de los cursos más superiores.

Yo no bailaba, se lo había repetido infinidad de veces mientras jugaban a Barbie Bella con mi cabello y todo lo demás. Claro que, como siempre, les dio igual mi opinión, decían que si seguía a este paso me quedaría sin vida social.

Puff, que estupidez.

Les agradecí el suave maquillaje, claro que luego me espantaron con los disfraces.

Alice se disfrazaría de hada, un hada muy sexi si me dejaban opinar. Tenía un corto vestido violeta y negro, unas alitas del mismo tono y unas antenitas diminutas.

Se había puesto en sus piernas unas medias largas rayadas y unos ligeros, claro que con unos tacones de infierno. Estaba hecha una verdadera belleza.

Rosalie se disfrazó de porrista, Al le había traído un precioso traje de U.S.A. en blanco y rojo. Llevaría unas porras de color rojo, el cabello dorado suelto y unos tacones blancos con lentejuelas. Estaba magnifica, la verdad, no sabia por que no se había inscripto todavía en el casting para el certamen de animadoras.

Y yo… bueno, no sabia que decir de mi disfraz.

Después de mil y una vueltas Alice y Rosalie prácticamente me obligaron a ponerme el tonto traje de angelito. ¡Ridículo! Ellas se veían geniales y yo, debía disfrazarme de angelito.

Tenía puesta mi cara de mártir hasta que la pequeñita saco el disfraz de la bolsa. ¡Por dios! ¡Si eso era cortísimo!
Se me subieron todos los colores a la cara.

Mi disfraz consistía en un vestido blanco, de mangas largas, holgado y corto, con mis hombros desnudos. A decir verdad me quedaba genial y no podía esperar a que Edward me viese, ¿De que se disfrazaría él? ¿Y los demás?

Todo esto combinaba con unas alitas blancas parecidas a las de Alice y una tira que mantenía a flote mi “aura” también de color blanco. Por suerte tuvieron piedad y habían traído unos tacones no tan altos, de color dorado que se agarraban a mi pierna hasta mi rodilla. El proceso final fue magnifico, un poco de sombra azul, los labios brillantes y mi cabello cayendo en suaves ondas por mi espalda.

Nos habíamos tardado un poco, y para no llegar tarde a la fiesta decidimos que Laika podía pasar la noche en nuestra casa, los pobrecitos ya se habían dormido cuando bajamos. Me pregunté si se habrían divertido toda la tarde mientras yo me aguantaba arriba el olor a perfume y los jalones de cabello.

Hum, era parte de ser una chica.

Mi hermana manejó a toda velocidad con su coche hacia el centro después de despedirnos de mamá y prometerle que regresaríamos temprano.

Sentía que los nervios me corroían la piel, y no estaba cien por ciento segura de por que estaba así. No era algo de otro mundo, algo nuevo sí, pero nada por lo que preocuparse ¿No?

En pocos minutos llegamos al Pub donde seria la fiesta privada que tanto “esfuerzo” habían puesto los alumnos, desde afuera ya se oía la música pegadiza y había, por suerte, una corta fila de no mas de diez compañeros de clases, todos disfrazados.

Sonreí en cuanto me bajé del coche, reconocía que estaba emocionada, y sentía mi corazón latir mas rápido al saber que Edward estaba cerca. Mis labios quemaban de necesidad de besarlo.

Entramos rápidamente, el mar de estudiantes se divertía bailando o bebiendo copas exóticas, enfundados en sus disfraces.

Había bastante variedad, no esperaba que mis compañeros fuesen tan imaginativos, en especial teniendo en cuenta que solo tuvieron una semana para planearlo; algunos disfrazados de hombre lobo, de súper héroes como Batman o el Hombre Araña, de animales, de princesas en algunos casos, y hasta de Hamburguesa gigante.

No fui la única que al entrar levante la vista en un intento por ver por encima de las cabezas de los demás, buscando a nuestros amores.

Ninguna de las tres se puso a bailar o a beber, recorrimos el primer tramo de la estancia con la mirada fija y preocupante.

— ¡Oh Jasper! —grito Alice de pronto y me di vuelta—.

Alice miraba emocionada como un niño en navidad como su novio hablaba con un hombre en la consola del Dj a lo lejos. Me reí en cuanto vi de qué se había disfrazado Jasper.

— ¿Enserio Alice? ¿De pirata? —susurré entre risas, a mi lado, mi hermana también reía.

— Chicas —dijo sonriendo mientras me tomaba una mano a mí y la otra a Rosalie—. Sigan buscando voy a ir con mi pirata —dijo emocionada y salió corriendo, subiendo las escaleras hacia la segunda planta a toda prisa.

— Vamos Bella —me apuró mi hermana, jalando de mi brazo cubierto por la seda del disfraz—.

Nos abrimos paso por la multitud un par de metros más, ya me estaba impacientando y lamentando al mismo tiempo de no haber traído nuestros celulares. ¡Quería ver a Edward!

Ya no tenía una buena espina, si Jasper estaba solo, los otros dos también podrían estar separados, eso no me gustaba nada.

“¡Basta Bella!” me repliqué mentalmente “…no seas novia celosa.”

No sé qué fue, pero en un momento de nuestra búsqueda, cuando Rosalie parecía explotar de impaciencia, giramos hacia la derecha y por fin, por fin, los encontramos.

No cabía en mi cara la tremenda sonrisa al ver a mi amor, Edward, disfrazado de lo que parecía ser de vampiro. Un vampiro muy impresionante.

Llevaba puestos unos pantalones de jeans simples, oscuros, con una camisa blanca, y una chaqueta de cuero negra de mangas largas y que le llegaba a por las rodillas; desabrochada al igual que los primeros botones de su camisa.
Estaba pálido y ojeroso, aunque parecía el efecto de algún maquillaje, y en su cuello, tenia colgado un collar con una calavera de metal del tamaño de la palma de mi mano.

Esperaba no estar babeando el piso, se veía realmente guapo, irresistible.

Por otro lado estaba Emmet, resaltaba sus imponentes músculos disfrazado de jugador de Rugby. Ahora podía entender un poco mejor las elecciones de nuestros disfraces.

Sentía a Rosalie resoplar con fuerza a mi lado, la miré, estaba realmente enojada, no lo entendía ¿Por qué?

Volví a mirar a nuestros hombres a lo lejos y me di cuenta de un detalle que no había notado antes.
Algo que me hizo revolucionar las hormonas a mil y que, sinceramente, no había esperado ni en un millón de años.
¿Por qué ahora? ¿Por qué esta noche?

Tanya, con un disfraz de gatita y Victoria, disfrazada de diabla, sonreían y tonteaban con nuestros novios. Acariciándoles los brazos o frenándoles el paso cuando ellos querían apartarse.

Adiós fiesta, con esas pedazos de perras no tendríamos ni un segundo de paz en toda la noche. Genial, ya me quería ir, con Edward por supuesto, no lo dejaría a merced de esas cualquieras.

Tanya tenía un disfraz de gatita salido de una portada de revista Playboy, un vestidito diminuto de color negro con lazos rosas, unos guantes hasta los codos, unas medias largas con tacones altos y dos orejitas falsas sobre su cabeza. Si salía a la calle la tomarían por prostituta.

Y Victoria… madre mía, ¡se le veía todo! Daba vergüenza desde lejos, tenía un vestido igual de desinhibido que el de Tanya, solo que el negro y rojo, unas medias de red rojas con ligueros y unas botas de tacón de color negro que le llegaban hasta por encima de las rodillas. Ah, no había que olvidar sus ridículos cuernitos sobre su cabeza, los guantes rojos y el pequeño tridente que tenia en su mano. Aunque sospechaba que sus manos no se quedarían toda la noche sosteniendo su juguetito.

Mi hermana me tomó del brazo y me arrastró a donde estaban los chicos con aquellas perras. No necesitó insistirme mucho, sentía las lágrimas por el borde de mis ojos, pero no eran de tristeza, sino de odio puro.

En cuanto nos acercamos la diabla y la gata fueron las primeras en vernos y poner una mueca de asco. Si nosotras le dábamos asco que pensaban de ellas mismas…

Miré a Edward, al parecer mi expresión era lo suficientemente enojada como para que él hiciera una mueca de disculpa y Rosalie, puf, estaba diez mil veces peor que yo y Emmet parecía temerle. Hacia bien…

Mi hermana fue la primera en romper el silencio…a los gritos.

— ¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó manteniéndose firme y mirando despectivamente al par de putas.

Tanya se le adelantó y quedaron frente a frente, suspiré agradecida que soltara a mi Edward.

— Vaya pero miren quien apareció… —comentó sarcásticamente cruzándose de brazos— ¿No te cansas de arruinar las fiestas? —

— ¿Y tú no te cansas de reclamar cosas que no te pertenecen? —contestó mi hermana.

La cara de Tanya cambió completamente y, por un momento, me asusté que considerara saltarle encima.

— Solo nos divertíamos… —comentó Victoria, agarrándose al brazo de Emmet.

Éste se apartó rápidamente, con la mirada dirigida a Rosalie.

— ¡NO LO TOQUES! —le gritó mi hermana a la diablita.

— ¡NO LE GRITES A MI AMIGA! —le contestó Tanya, empujando a Rose por el hombro.

Oh Dios…

Lo que siguió ya me lo esperaba. Rosalie dejó su carácter salir a flote y con un rápido movimiento, que de seguro solo yo me esperaba, agarró de los pelos a la gata de Tanya, vaya, había que decirlo, el disfraz le quedaba pintado…

Tanya gritó ante las sacudidas que le daba mi hermana y se tambaleó sobre sus tacones.

— ¡Eres una ZORRA no una gata! —le gritó Rosalie.

Emmet se le adelantó para intervenir la pelea pero un chico del ultimo curso, del cual Tanya se mantuvo bastante ocupada en el asiento trasero de su coche la ultima semana, golpeó a Emmet por detrás, justo en la mandíbula.

Dejé escapar un gritito, le habían golpeado fuerte, pero debía de estar bien ya que no dejaba de golpear al desafortunado muchacho que había perdido toda oportunidad de defenderse.

La gente comenzó a empujar entre sí, no sabía si para rodearnos en un círculo o para intentar separar al menos a las chicas, Rosalie estaba hecha una furia. Mi hermana, a pesar de tener su carácter, difícilmente se sacaba tanto de quicio como para agarrarse a los pelos.

Retrocedí en un intento por ver a Edward, me estaba poniendo incomoda, sentía las alitas de mi disfraz ser tironeadas cada tanto, eso significaba que la presión entre la multitud iba en aumento.

— ¿Vas a algún lado angelito? —me susurró alguien detrás mío.

Me di la vuelta y me encontré nada más y nada menos que con Victoria.

De cerca daba aún más asco con ese ridículo disfraz, se suponía que era una fiesta no un club de Stripers.

— Apártate Victoria —le dije seriamente, no quería lidiar con ella ahora, además, ¿no debería estar ayudando a su amiga? Pensé en mi hermana, dos contra una no se valía.

Ella se acercó a mí con el seño fruncido. ¿Me golpearía acaso? ¡Yo no sabia pelear!

La diabla me agarró de los codos y me tiró hacia atrás con fuerza con la intención de tirarme al suelo. Lo hizo, aunque no contaba con que yo me agarrase de la ajustada tira de su hombro que formaba parte del vestido. Ella gritó, perdió el equilibrio sobre sus botas y cayó encima de mí.

Claro que yo también grité y me asqueé de sus pelos rojizos como el fuego metiéndose en mi boca.

— ¡¿Cómo te atreves?! —me gritó.

— ¡Eres una perra! —le respondí sin quitarme un pelo. Ya me estaba hartando.

Ella se levantó rápidamente y se bajó la falda que se le había subido hasta la cintura. Yo me puse roja de la vergüenza, pero a ella ni siquiera le importó. Iba a levantarme cuando Victoria me volvió a tumbar en el suelo dándome una patada con su bota. Sentí un horrible dolor en mi estomago cuando me clavó su tacón.

— ¡BASTA! —le grité.

Desde mi incomoda posición en el suelo pude ver a Edward unos metros mas allá de donde yo me encontraba. Estaba contra el suelo siendo agarrado por un chico mientras se repartían los golpes. Pude ver un hilo de sangre corriéndole por el labio…

Me arrastré lejos de Victoria quien tenía una expresión de fastidio mientras se sostenía el bretel del vestido de su hombro que yo le había arrancado. Si lo soltaba se le vería el pecho izquierdo.

Qué lastima, le había roto el disfraz, ya no podría usarlo para trabajar, ¡ja!

Me levanté de un salto y fui a por Rosalie, primero lo primero. La pelea ya se estaba poniendo un poco agresiva y mi hermana ya había perdido ambos pompones.

— ¡Rosalie suficiente! —le grité mientras intentaba despegarla de Tanya, quien ya se encontraba en el piso toda despeinada y con el maquillaje corrido.

Ella la soltó y yo la abracé para tranquilizarla, su respiración estaba agitada y sus mejillas calientes, ¡si que tenía un mal genio!

Sabía perfectamente que yo era una de las pocas personas que podía soportarla cuando estaba con esos humos. Yo y mi hermana nos amábamos demasiado y nos entendíamos y apoyábamos en todas las circunstancias.

Apenas pasaron unos segundos cuando Rosalie se despego de mí con extrema rudeza. No, no se había apartado por cuenta propia si no que la puta de Tanya se había levantado y ahora era ella quien la jalaba del cabello.
Fui de nuevo en su ayuda…

— Rosa… —no termine de decirlo cuando fue a mi a quien agarraron de los pelos, mi tira con mi aura se cayó al piso y fue pisada y destrozada por las botas de Victoria.

— ¿Te escapas de nuevo angelito? —me susurro mientras me arrastraba hacia atrás.

Odié el dolor que sentí cuando me jalo con fuerza. ¡Por Dios! ¡Ya parecíamos animales! Bueno ella si lo era…

— ¡Victoria suéltala! —grito alguien mientras le desenredaba las manos de mi pelo. Resultó que ese alguien era mi Edward…

Cuando me di la vuelta por fin me encontré en los brazos de mi novio. Su respiración agitada se parecía a la mía y nos abrazamos con fuerza, el mundo a nuestro alrededor dejo de tener sentido cuando nos miramos a los ojos. Lo había extrañado tanto…
Lo agarré del cuello y estampé con fuerza sus labios contra los míos, necesitaba sentirlo lo más cerca posible, nos besamos lentamente, él acariciando con su mano mi cuero cabelludo dolorido por el jalón de Victoria.

Él me tocó los labios con su lengua caliente y me derretí contra su chaqueta de cuero, luego bajo sus brazos por mi espalda hasta mi cintura, también sentía su calor traspasarme el delicado vestido hasta abrasar mi piel como si fuese lava ardiente.

Era lo mas erótico que había sentido jamás.

Nos separamos cuado me comenzaron a temblar las piernas por falta de aire, nos miramos a los ojos, yo sonrojada como siempre y él con sus ojos negros de deseo.

Un chillido a mis espaldas me hizo volver a la tierra por así decirlo.

— ¡Rosalie! —exclamé dándome cuenta que la había dejado abandonada. Me abrí paso por la gente que las había rodeado, ninguna dignándose a separarlas, tendría que hacerlo yo y dejar los besos con Edward para el resto de la noche.

Si seguía pensando en él terminaría por desmayarme.

Cuando llegué a donde estaba mi hermana me sorprendió ver que ella estaba perfectamente, aunque Tanya no se veía muy bien, y menos con la personita con la cual se había encontrado.

Alice se veía realmente furiosa frente a Tanya y con un vaso vacío en su mano. Al parecer ella le había tirado toda la bebida en la cara de la gata esa y por lo cual a los felinos no les gusta el agua, en este caso, un martini seco.

Tanya se estaba restregando los ojos con insistencia lo cual no le favorecía en lo absoluto y menos con semejante cantidad de delineador que se había puesto, uhg eso debía de arder como mierda…

Rosalie y Alice chocaron los cinco con satisfacción. Mi hermana por suerte no estaba muy despeinada si no… pobre gatita.

— Andando —me apuró Edward tomándome del codo.

Emmet ayudó a Rosalie a salir de allí también, él no se veía tan mal, solo una rotura en su camiseta. Miré el labio de Edward y agradecí que estuviese bien.

Ignoré a todos los demás invitados, no es que nos miraran fijamente, algunos estaban ocupados riéndose de Tanya y de Victoria y otros seguían bailando como si nada, pero después de todo no podía evitar que me diese vergüenza ante semejante espectáculo.

— ¿Estás bien, te lastimó? —me preguntó Edward una vez que salimos. Me miraba con el ceño fruncido y me tocaba la cara por si tenía algún moretón o algo así.

— No, yo estoy bien. ¿Qué tal tú? —le pregunté acariciándole suavemente el labio inferior que se le comenzó a hinchar.

— Ahora que se que tú no saliste malherida me siento un poco más tranquilo —respondió sonriendo con mi sonrisa favorita y uniendo nuestras frentes — Estás bellísima —me susurró—. El mejor disfraz de la noche.

Me sonrojé.

— Y tú estás muy guapo, chico vampiro —le dije.

Nos abrazamos una vez más, con un poco de dificultad por culpa de mis alitas y fuimos directo a su coche, con los demás siguiéndonos. Me alegró que Emmet y Rosalie estuviesen bien y bromeando entre ellos, después de todo la noche no estaba completamente arruinada.

Edward me dio su chaqueta cuando entramos en su coche para que no tuviese frío, y Alice y el pirata Jasper nos acompañaron.

— Edward no vamos a echar a perder la noche. Sigue a Emmet —le indicó Alice apenas encendió el motor.

Miré a Alice con curiosidad. ¿Qué payasada quería hacer ahora? ¿No era suficiente que nos hubiésemos agarrado de los pelos (y a los golpes) hacia menos de cinco minutos?
Pues a ella no parecía importarle mucho que digamos.

Pero… si Edward iba, entonces yo también.




            
                   Disfraz de Alice                            Disfraz de Bella 

Disfraz de Rosalie

   Disfraz de Tanya                             Disfraz de Victoria



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Chic@s otro capítulo más de esta intrigante historia.
¿Qué os ha parecido? ¿Qué creéis que pasará con la malvada de Tanya y de Victoria? Son absolutamente odiosas, ¿no creéis?
Nuestro Edward siempre tan caballero y dulce con su chica.
Flopii ha hecho un trabajo magnífico, escribe genial y enlaza la historia de una manera que te hace querer leer más y más.
FELICIDADES MI QUERIDO FLOPII, SIN DUDA HA SIDO UN CAPÍTULO SENSACIONAL.
Espero que comentéis en especial este capítulo por ella, todas vuestras palabras son un orgullo para cualquier escritora y como ya os he dicho, siempre seréis nuestra fuente de inspiración, no os imagináis lo importante que es un simple "sigue sí" o "me gusta", simplemente eso. No os imagináis tampoco la sonrisa tonta que se forma en mis labios cuando veo un comentario nuevo en alguna entrada.
Es algo simplemente maravilloso.
Muchísimas gracias por todo, Flopii y yo esperamos que os haya gustado el capítulo.
Romiina^.^


2 comentarios:

  1. Flopi: me encanto este capitulo ha sido genial, lastima q le arruinanaran los vestidos, pero q se creen esas zorra, presiento que van a dar batalla. que nuestros chicos luchen por lo suyo. Te felicito.besos

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  2. MARAVILLOSO!!; sencillamente en ocasiones no sé como tu cabecita hermosa es capaz de crear tantas ideas y plasmarlas de una manera tan prodigiosa!!!, pero así lo hace y ruego a Dios lo siga haciendo por mucho, mucho, pero mucho tiempo más!.

    BUENO PRECIOSA, QUÉ DECIR?, que me eh quedado con ganas de seguir leyendo más, está de fábula todo el fic y en verdad que Floppi y tu tenes un talento enorme, espero con ansias saber más de ustedes.

    Todo mi cariño para mi TODO <3
    Yessi*.*

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*..Diosas del Crepúsculo..*